#Reseñas - Cuando nos vamos poniendo viejos - La Zona Fantasma | Cómics, Series y Películas de DC y Marvel

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lunes, 5 de septiembre de 2016

#Reseñas - Cuando nos vamos poniendo viejos


El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, decía Milanés. Es inevitable y pasa en cualquier edad (demasiado viejo para ir al jardín infantil, para que tus papás te compren juguetes, etc.) No solo salen canas o se cae el pelo. Aparecen obligaciones de verdad (trabajo, esposa, hijos) y cambian tus gustos. Primero ya no comes dulces, más tarde ya no trasnochas… y a veces los cómics comienzan a volverse aburridos.

No quiero tratarlo de copión, pero
¿qué sería de Quezada sin Mignola?
En realidad, no es que el cómic sea aburrido. Una historia con imágenes en secuencia, donde abundan códigos que lo vuelven interesante, desde el color, el trazo, el tipo de dibujo (humorístico, realista, boceteado, etc.) hasta las viñetas, tamaños y más realmente no creo que aburran nunca si la historia es buena. El problema es que ciertos géneros se vuelven repetitivos. Es como cuando ves Lost, y luego ves Walking Dead o la española El Barco, y reconoces el mismo tipo de personajes (el líder, el rebelde, la doncella indecisa, triángulos, traiciones), los mismos esquemas (solos contra el mundo o lo que quede de él), e incluso hasta las mismas escenas de riesgo (tenemos al unico médico en el mundo: mandemoslo a explorar la parte peligrosa de la isla. Si, esa
Mignola Pre Hellboy
llena de zombies y monstruos de humo). Si bien no son escenas calcadas, la esencia de la historia es muy parecida y tu interés comienza a bajar.


Con los superhéroes pasa lo mismo. Es un género con las mismas reglas y lleno de lugares comunes que con los años se vuelve no se… monótono y repetitivo. Hoy por hoy, hay páginas en que ya no vale la pena leer los diálogos ni los dibujos por tanto, miro las páginas en general y a veces me las salto. Las peleas por ejemplo. Batman gasta muchas páginas en ellas. De la época de Breyfogle (el tipo dibuja caras horribles pero es un maestro en la coherencia de viñetas en una pelea larga) si el encapotado pegaba un gancho en una viñeta, veremos que los siguientes golpes nacen exactamente del movimiento anterior. Además, comparado con Aparo, que dominaba en esa época, Breyfogle era muy dinámico  tanto en movimientos y posturas como en encuadres y diseño de viñetas. Incluso en el sombreado, pues tenía caras siniestras completamente negras salvo los dientes y ojos. (Ojo, Aparo tuvo lo suyo en todo caso pero no me extiendo en eso para no desvariar tanto).

Hoy los dibujantes se van clonando a partir del último artista revelación y se pierde un poco la novedad (Bueno, siempre se ha hecho. Neil Adams hizo escuela, pero hoy se nota más). En los ochentas y noventas había una clara diferencia entre Byrne y el emergente Quezada, por ejemplo.  Y la aparición de Jim Lee derretía los quioscos, las portadas de Campbell en Gen 13 eran incendiarias y las páginas negras con ese trazo tan inimitable de Mike Mignola en Hellboy hacían delirar.  Pero después todos comenzaron a parecerse más entre si.


Luego tenemos el tema del color. Hoy es relativamente fácil tener un cómic con un color fantástico gracias a los computadores. Antes los colores eran aburridos, sin tonos especiales, sin degradaciones. De a poco destacaba John Higgins aun con colores planos pero con un paleta levemente distinta, más amarillenta tal vez. Cuando aparecía un Steve Oliff caramba, estábamos hablando de un comic especial. El puro color ya mejoraba el pelaje de la revista.  Claro, usaba los emergentes computadores para colorear. Antes de eso, si querias ver hablar al color tenías que acudir al cómic europeo, con los aerógrafos de Richard Corben por ejemplo, o Tamburini (Tengo un Ranxerox en mi
Corben y su aerógrafo. Hoy con computador
cualquiera pinta.
colección y temo el día que mis hijos lo encuentren pues tendré que dar muchas explicaciones). En esos años encontrar un comic como Juan Buscamares de Felix Vega con los colores del gran y recordado Oskar y en ese gran formato de album europeo era toda una delicia.

Argumentalmente el periodo "entre Crisis" de DC (entre Crisis en tierras infinitas y Hora Cero) fue tan bueno que las editoriales que reeditan en español suelen acudir siempre a los mismos títulos. Se pueden hacer colecciones de todas las Bromas Asesinas publicadas. Cada una tenía lo suyo desde la modesta y corcheteada Perfil hasta las lujosas Zinco, Vid y la espectacular y recoloreada Unlimited. Lo mismo para el Batman de Miller, el Superman de John Byrne, o la Liga de la Justicia de Giffen y DeMatteis.


Juan Buscamares, de Félix Vega.
(Con colores del recordado Oskar)
Han seguido saliendo cosas buenas en todo caso. Si bien Gaiman se quedó en Sandman, Morrison entregó (o se desangró más bien) con Asilo Arkham, Animal Man, Doom Patrol, Justice League… y sus conceptos hoy por hoy son pieza fundamental y uno de los responsables del multi-multiverso.

Tampoco voy a menospreciar a Geoff Johns, el niño mimado de DC tiene varios éxitos en su curriculum: el regreso de Hal Jordan y toda la nueva colección de Linterna Verde desde Rebirth hasta la saga de los Black Lanterns por ejemplo, y su mano se nota cuando pone atención en títulos como la nueva Liga de la Justicia, sin mencionar que es otro de los pilares del sufrido Universo DC, por no decir el más importante.

Hoy los cómics de grandes eventos anuales se han vuelto más atractivos, pero más latosos de leer. Ya no hay sagas como Invasión, que con todos sus crossovers tenía un claro principio y final, sino que partes leyendo Trinity War la cual en realidad no termina porque empalma con Forever Evil, aunque su climax no tiene sentido si no leiste antes las colecciones de Justice League A, E, I, O y U  y así...

Hombre, que bueno que no las compré en papel, porque ya ordenarlas en carpetas es complejo, me imagino tratar de ordenar las revistas. ¿Continuas la numeración de la colección o las agrupas por temas?
Cuando era chico solo tenía acceso a un par de revistas Zinco que llegaban casi de contrabando a los quioscos, con una continuidad que se veía amenazada a cada rato, con números saltados que encontrabas y completabas varios años después, cuando ya te sabías el descenlace. Y mientras, había que
Aparo tenía sus defectos pero
dibujaba todas unas paginazas.
esperar una eternidad a que saliera el siguiente comic. Pero lo bueno es que se aprovechaba ese lapso -variable- para crear vinculos con la revista, tanto con la historia, sus personajes y todo su equipo creativo, hasta con el  correero y lectores que le mandaban cartas (Saludos a Miguel G. Saavedra y al Solitario de Question,  a Rafael de la Iglesia y Esteban Espósito, y a Jesús Gil Olguin y Raimón Fonseca). Sufrías esperando el clímax de las Diez Noches de la Bestia y te angustiabas mientras llegaba la resurrección de Superman (cuál de los cuatro va a ser, me preguntaba), momentos en que además desaparecía la revista y llegaba el tomo, donde ya no leías una sola, leías cuatro empastadas para facilitarle las cosas  a la editorial que publicaba (además que pagabas más y terminabas leyendo sagas interrumpidas con revistas buenas y otras de "relleno"). 

Hoy es fácil leer comics, considerando que se lee casi todo
Esta es una de mis secuencia
favoritas del comic, también
de Aparo
mediante internet, y se compra solo lo mejorcito. Ahora no dependes de Vid, Forum, Zinco y sus distribuidoras formales o informales. Ahora dependes de legiones de tradumaqueteadores que hacen lo suyo gratis... donde también quedan colecciones descontinuadas, pero donde la cantidad de lectura sin duda es mayor. Y también encargas revistas, tomos y "absolutes" afuera, e ingles o español. Sin duda ahora hay más que leer, pero ya no creas vínculos. Se lee y se desecha, sobre todo si es digital. Y lo que compras lo guardas, pero ya no se humedece en tu mochila ni pasa por mil manos. Ahora queda en un estante, donde casi ni lo tocas. Y esas compras cuando envejeces disminuyen bastante. Claro, los pañales del mes son más necesarios que el último Absolute, además ya no te puedes encerrar en el baño impunemente a leer y leer como hice yo cuando me encerré y relei La Muerte de Superman desde el inicio hasta su regreso. Ahora hay gente que te empieza a golpear la puerta más fuerte. Chicos, si creían que las madres eran complicadas tienen que ver cómo se vuelven las esposas. (Aaah Scott Free de Giffen, cómo te entiendo).
Akira, de Katsuhiro Otomo en una cara e incomoda
publicación pero con colores de Steve Oliff


La pasión por los cómics baja muchachos. Leanlos, disfrutenlos, pero cuando envejezcan descubrirán que seguirán con un par de títulos no más, comprarán de nuevo reediciones de los cómics que más les gustaron (y que ya tienen) pero ni siquiera los abrirán. Los guardarán como trofeo o como algo a que aferrarse por los viejos tiempos. Correr de quiosco en quiosco buscando el numero que te falta cada vez será menos habitual. Con algo de suerte podrán traspasar algo de esa pasión a sus hijos, y podrán aspirar a verlos algún día obsesionados con completar sus colecciones. Claro que esta vez el dinero saldrá de sus bolsillos y no de los hijos. Ahí descubrirán el otro lado del fan, que es  cuando se vuelve padre.

Aaaah... esas portadas...

Mockingbird fuera.

4 comentarios:

  1. Se escucha feo pero describiste muchas de las cosas que a mi me suceden, como si supieras lo que yo hago cada que compro comics :(

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  2. Aquí con casi 41 años.
    Se me piantó un lagrimón. Gracias. ^^

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    Respuestas
    1. Cuando yo llegué a 41 no se en verdad que pasará con los cómics. Lo único que espero es que con el tiempo no se vuelvan exclusivos de una clase social elevada. A veces me detengo a pensar y creo que los cómics ya se dejaron de ver como lo que son desde hace mucho y ahora muchos los compran por ser algo "cool".

      Y pensar que solo unos años atras era "penoso" para muchos aceptar que leian comics después de los 15 años.

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